Prólogo

Después de varios meses, si no es que años, sin que la inspiración para retomar este tema llegara. Decidí hoy hacerlo contando mi versión de los hechos y lo que me inspiró a nombrar este blog y a darle sentido a todo lo que adentro de mi explota en sentimiento.

Hace once años conocí a quien creí era el amor de mi vida, la relación fue en su mayoría un sueño y perfección. Con sus altos y bajos como cualquier relación en pareja, pero idílica en su mayoría. Todo esto hasta que decidimos formalizar como la sociedad esperaba, comprometiéndonos para posteriormente casarnos. 

¿Idílico, verdad? ¿Quién no sueña con casarse con el amor de su vida, tener la vida resuelta y simplemente preocuparse por planear la boda del año? Definitivamente yo no. Y no por sentir menos amor por esa persona, o por no irradiar la ilusión de que "todos mis sueños se habían cumplido". En ese momento estaba atravesando una gran crisis, la laborar y personal. 

Cumplía 28 años, cuando me corrieron de mi trabajo. La razón, le había dicho a la "jefa" que lo que hizo estaba mal y esa no era la petición del cliente. El chisme, porque "andaba" con un diseñador. El hecho, mi amigo me fue a felicitar en mi cumpleaños y me abrazó. Todo esto empezó a desenvolver el peor año de mi vida, 2016. El año que se supone tendría que ser el mejor año de mi vida, pues me iba a casar. 

La derrota que sentí fue personal. Me di cuenta que no podía levantar mi voz en un ambiente laboral. Que si no me acataba a las reglas, difícilmente iba a poder ser todo lo que yo quería ser. Empecé a revalorar todos mis pasos hasta ese momento. Me cuestioné si había sido la mejor decisión renunciar a los logros que tenía en mi ciudad natal por ir a perseguir el amor a la gran ciudad, donde hasta ese momento no había logrado nada. Trabajos que no me interesaban con sueldos mediocres. Mientras veía a todos mis amigos ser exitosos, lograr nuevos puestos, viajar por el mundo, encontrar sus vocaciones y yo lo único que tenía ante mis ojos era la posibilidad de ser una esposa. Me pregunté, ¿realmente quiero ser solo una esposa? A pesar de lo conflictuante que fue esto para mi, de momento, dije que sí. 

Sin embargo, las sombras de mi fracaso se empezaron a adueñar de mi. Empezaron a llenar mi cabeza de miedos, empecé a ver como poco a poco perdía mi individualidad y mi independencia. No tenía trabajo, por ende, no tenía dinero. Todas las decisiones hechas con respecto a la boda, yo no las podía tomar pues no aportaba dinero. Y así fue como me di cuenta de cómo sería la vida de ahora en adelante. La sumisión y el control que la falta de poder adquisitivo tenían en mí. Yo no me sentía nada. Durante muchos meses, intenté ser todo lo que yo anhelaba, sin lograrlo. Él, con todo y que en papel era el hombre perfecto, solamente veía que me ahogaba, me aventaba una cuerda y me decía, "Órale, chínguele. A nadar para que me alcances". Así se sentía la mejor relación de mi vida... 

 La relación fracasó, no hubo boda. Años después Taylor Swift, acertadamente, escribió Champagne Problemas para dar a entender lo tormentosa que fue esa ruptura y cómo ante los ojos de todas las personas en su círculo, yo fui la villana. En ese momento, él necesitaba una villana y yo podía serlo. Yo podía con eso, pues era el único peso e importancia que sentía en mi. Era cargar con toda la responsabilidad de haberme sentido rota y por eso era mi culpa que la relación hubiera terminado. 

No fue así. Años después, muchas horas de terapia, llantos, revelaciones, confesiones, escritos y desahogos me doy cuenta que no. No era mi culpa. No fue 100% mi culpa o responsabilidad. Desafortunadamente he cargado con ese supuesto "Karma" y he dejado que cosas terribles me pasen. 

Hoy me doy cuenta que todo lo malo que ha pasado en mi vida no es culpa de ese Karma. No es culpa de haber puesto mi decisión y mi vida antes que la de él. No es mi culpa que al pedir algo que necesitaba en el momento, él lo hubiera entendido de otra forma y la relación haya fallado. Aquí, fuimos los dos. Ambos decidimos que en ese momento casarnos no era la mejor idea. 

Ahora, ¿qué me llevo a escribir El Amor en los Tiempos Millennial? El darme cuenta que las personas y las relaciones cambian. El poder escribir desde mi sentir, el poder decirte que todo estará bien. Que si bien, hoy se siente doloroso y terrible, mañana no será así. Mañana podrás voltear a ver todo lo que sí haz hecho. Sin embargo, va a ser difícil, no lo niego ni mentiré. 

Tengo 35 años años, soy madre soltera y he sido víctima de violencia. Aún creo que luchar día a día por lo que tengo, por quien soy y por lo que quiero encontrar vale la pena. Hoy quiero ser esta mujer que explore el amor desde otra vista, quiero hablar de todos los tipos de amor, quiero ser yo. 

A ti, gracias por leerme. Vengo lista para traerte mucho más. 



- Chris Random - 

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